Buenos días ti, internauta.

Bueno, voy a empezar por presentarme. Soy la Avellana Artística.
Tú : "¿Qué? Pero ¿quién es?"
Pues, internauta, soy la Avellana Artística. Sí, he dicho avellana. ¿Qué? ¿A ti te parece que las avellanas no pueden hablar? Pues tienes razón, pero sí que pueden escribir.
Bueno, soy una avellana, sí, puedo escribir, sí, y soy una artista. ¿Qué te parece? ¿No me crees? Pues te lo voy a demostrar a lo largo del Blog.
Nos vemos en el pximo artículo...

mardi 16 novembre 2010

Descripción literaria de un cuadro


 
Este cuadro es un cuadro de Remigio Megías García, representa el verano. Pasa en el campo, por una tarde caliente pero ventosa. Se puede ver las espigas de trigo acostarse en el sol y levantarse a causa de la fuerza imparable del viento. Un viento malicioso que silba en los oídos; un diablo a quien le gusta torturar las pobres espigas que siguen acostándose y levantándose sin ejercer ninguna oposición, dóciles. La abundancia de las nubes en el cielo dan una atmósfera tensa y pesada, pero a veces, el sol logra abrirse un camino entre ellas e iluminar gracias a sus rayos el trigal que se parece entonces ser un campo de lentejuelas de oro. En este paisaje, no hay nadie. Nada de seres humanos, nada de animales. Se halla rodeado de vegetación, en un ámbito indómito, en el que la única ley es la de la naturaleza. El ser humano se encuentra solito en él, abandonado a sí-mismo, él que suele vivir en sociedad, porque se sabe que el propio del ser humano es, de hecho, vivir en comunidad. En esta soledad, el ser humano experimenta ansia, angustia, desasosiego y luego el temor. Busca, desesperado, a una presencia, a algo que podría animarle, reconfortarle.
Es entonces en este estado de ansiedad que ve, a lo lejos, una casa, y otra, y otra y tantas casas que en fin, no son más que una ciudad. Al ver esta concentración de vidas humanas, pues se supone que la ciudad sea poblado, el ser humano empieza a correr; corre, corre, con la mirada fijada en el pueblo, la misma que la de un crío que se encuentra con su madre a quien no ha visto desde hace un día entero. Y en su impulso, el ser humano desafía la fuerza del viento malicioso y como de milagro, éste se para, las nubes se van y el sol resplandece. Ilumina al ser humano como si quisiera animarle y darle las fuerzas necesarias para llegar a destino. Al final, el ser humano llega a la ciudad tan deseada y el sol, en el cielo, se queda.

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